jueves, 14 de enero de 2021

El Señor de la Vara Azul

Cuenta mi papá que anteriormente se veía en la procesión de la Divina Pastora un viejito con el cabello blanco y sombrero de cogollo que caminaba delante de la Virgen con una vara larga pintada de azul, coronada en su extremo con una pequeña horqueta. Lo curioso es que el anciano hacía su recorrido por las principales calles de Barquisimeto de manera tan natural que nadie preguntaba el posible motivo ni cuál promesa sería aquella que podría estar cumpliendo ese viejito.

Resulta ser que la curiosidad de mi papá lo llevó a escuchar una historia que le contó su abuelo, sobre ese viejito de la vara azul. Me dijo mi papá que para los años de 1920, los cables que surtían de electricidad a Barquisimeto colgaban hasta una altura muy baja, a tal punto que cuando llevaban a la Divina Pastora en hombros durante en su recorrido, los fieles tenían que agacharse para poder cruzar las calles sin inconvenientes; fue entonces cuando un señor tuvo la idea de cortar una vara de caña y con ella suspender los cables para hacer más fácil el paso de la Divina Pastora. Además, ese señor siempre iba acompañado de un niño de pantalones cortos y alpargatas, de unos seis años de edad.

De esta manera se asentó la costumbre de ese viejito que caminaba delante de la Divina Pastora en su recorrido, pero resultó que ese anciano de pelo blanco que veía mi papá era a su vez el niñito que veía su abuelo. Ese niñito era el viejito de la vara azul.

 

- Elohim Flores Sánchez, Elohim Flores Suárez.

01/06

Edición: 01/21

viernes, 1 de enero de 2021

[El Oro de los Tontos]

Un indio de nombre Huascar me sacó excavando de

los Andes y a lomos de una llama a Cuzco me llevó,

me entregó como tributo al emperador de los incas,

para ornato de los nobles y también de su dios.

 

Atacando a los indios con el fuego y la espada,

el español Francisco, noble conquistador,

cargó sus galeones con barras de oro y plata,

y me envió hacia España, para su gran Señor.

 

El corsario François que acechaba en las Indias,

tomó y hundió la nave con su tripulación,

y esperando el momento de volver a Bretaña,

en la playa de Santo Domingo me enterró.

 

Pero el holandés Vrans, bucanero de Hispaniola,

como François, por mi causa furioso disputó;

con sobornos y astucia descubrió su secreto,

y fue a Santo Domingo y me desenterró.

 

Después Frank de Devonshire, conquistador audaz,

corsario, bucanero y pirata con suerte,

se apoderó de mí y me cargó en su nave,

enviándome a Plymouth donde el viento no es fuerte.

 

Mas se alzó un huracán, y el bergatín

dio en un escollo y se hundió, ¡qué mala suerte!

Y así yazgo ahora oculto entre conchas y algas,

en el fondo del mar… ¡y tú no puedes verme!

 

En la jungla se pudren el español y el indio;

el inglés yace conmigo, perdido allá en el fondo,

mató al francés la fiebre; también al holandés.

Y si tratas de encontrarme… ¡también tú serás un tonto!

 

- Clive King.

Traducción: José Ferrer Aleu.