miércoles, 31 de octubre de 2018

Abrazo


           —Vamos, tío, es sólo un pequeño abrazo —dijo el sobrino del amo con una amplia sonrisa en el rostro. El acaudalado amo. El viejo y tacaño amo.
Resulta lógico el tener un modesto gesto de amabilidad cuando se es el único familiar del que dispone el amo; y también lo es al ser el heredero único de su fortuna. Fortuna de tan dudoso proceder como de incierto porvenir.
Era una tramposa comadreja, el amo. Heredero, a su vez, de algún quizás incauto, y desdeñoso, amo.
La hoja, fría, del cuchillo, parpadeó, sólo vislumbrable por mí, puesto que el joven mantenía el filoso instrumento tras su espalda. Con la mano izquierda, y con firmeza, lo empuñaba. La diestra se la ofrecía al amo con respetuoso cariño bajo la artificiosa forma de un abrazo.
—Sólo un abrazo —repitió. El amo sospechó al instante sobre las intenciones de su descendiente, eso puedo asegurarlo, pero tengo la entera convicción de que todo sucedió de acuerdo a su voluntad. Después de todo, un viejo lobo cede su posición al más joven; uno con colmillos. Y la sucesión nunca acaece sin derramar sangre.
El cuchillo era largo. Mucho más de lo necesario. Mucho más de lo prudente. Mucho más de lo debido.
La hoja los atravesó a ambos. Suavemente, se deslizó.
Aun cuando sólo una gota colisionó contra el blanco mármol a sus pies, dos gotas de sangre lo hicieron a la vez. Gota de tío, gota de sobrino.
El amo no había sido tan torpe cuando tuvo su oportunidad. Él había realizado un trabajo limpio, perfecto.
La impericia de la juventud. Un alto precio.
Incluso mayor que la enorme fortuna de la herencia del viejo zorro resulta ser la de que el sucesor en la lista de herederos tras la muerte de su único familiar sanguíneo sea su servicial sirviente.
A su servicio siempre. Amo.

- Elohim Flores.
06/07~06/08
Editado: 10/18

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