sábado, 18 de agosto de 2018

Yo


           Oigo llorar a las rosas
En cada atardecer
Y cada gota de lluvia
Tiene un sonido distinto para mí;
Algunas suenan azules,
Otras como el vino,
Y otras producen el ruido del atardecer al caer
Junto al llanto de las rosas.
Veo cómo un pequeño pájaro teje su nido
Y deseo cobijarme del frío
Junto a él.
Salgo poco
Y lloro mucho,
Como las rosas
Cuando atardece.
Sueño cuando estoy despierto;
Suelo despertar en mis sueños
Y dormir bajo las olas del mar
Cuando nadie más está mirando.
A veces escapo de las cosas
Aplastantes:
De las responsabilidades,
Del reloj,
De las oportunidades,
De mí mismo,
De las realidades.
Canto cuando nadie está escuchando
Porque quiero que mis palabras bailen
En libertad,
Con la ausencia
De las miradas indiscretas.
Me gusta escribirle al viento;
Me gusta decirle adiós.
Me gusta sentarme a respirar
Todos los recuerdos que escapan de mis pupilas
             Y comenzar cada verso con una mayúscula.
Amo a mi perro,
Sea cual sea,
Amo a mis padres
Y el jugo de guayaba,
Amo el sonido que produce la palabra “potable”
Tanto como a la mitología griega,
Amo a mi abuela
(El más feliz de mis recuerdos es el de cuando
Me enseñó a comer
Arepa con aguacate,
          Y una vez me enseñó a atrapar mariposas
          Amarillas
             Sin hacerles daño),
Me enamoré de una mujer que conocí en mis sueños
Y no hay un solo día
En el que deje de extrañar
A mi maestro
Perdido
En alguna singularidad espaciotemporal.
Me da miedo
La oscuridad.
Le temo al frío
Y a la soledad.
Me disgusta el escarnio
Y la escatología.
La música es mi nave espacial
Y mi compañera de viaje
Intergaláctico.
En ocasiones partimos
Y llegamos hasta Antares,
Hasta el púlsar vibrante
Que bombea radiación estelar,
Ultravioleta,
En el corazón de los dioses;
Y llegamos
Hasta los océanos de Rigel,
Y hasta otras palabras y nombres que me deleitan.
Cuando acaricio,
Acaricio con el alma,
Y quisiera que las plantas
Me confesaran todos sus pecados.
Creo en Dios
(A veces lo envidio porque desearía poder dormir
A su imagen y semejanza)
Pero me llaman ateo.
            Creo en los ángeles
           Y en los santos,
           Creo en la sangre
            Derramada de mis antepasados,
Creo en la magia
Y en la cuántica,
Creo en los teseractos
Y un día creí que en mi cumpleaños
Crecería de golpe.
Nunca quise ser poeta
Pero una vez quise ser médico,
Inventor,
Químico, escritor,
Entomólogo,
Ingeniero, dibujante,
Programador,
Paleontólogo, zoólogo
(Me gustan los dinosaurios
Y los ornitorrincos),
Y hasta criptozoólogo
En una extraña combinación de los dos,
Y al final
Terminé filosofando.
Creo que ahora quiero ser astronauta
Y filosofar con las nebulosas.
Me gusta hacer con mi vida un palíndromo
Y malabares con mis pensamientos.
Se me confunden los días
Y me extravío con facilidad.
Cuando llueve, pienso en las gotas
           Que caen
             Como el atardecer.
Cuando lloro, pienso en la lluvia
Y en las rosas
Que lloran
Al atardecer.
Soy un cobarde empedernido
Que siempre consigue lo que quiere
(Quizás sea por eso que me aterre fracasar)
(Quizás sea por eso que me aterre intentar)
(Quizás sea por eso que alcanzaré el cielo
Cuando me percate de mi error).
Solía jugar a subestimarme
Para sorprenderme con mis logros
Hasta que terminé envenenándome
Con el jugo de mi juego.
Dicen que soy sabio
Pero a veces me gusta estar triste.
Un día me dije
Delante de mí:
“Cree en ti”,
Pero no me creí.
Un día me dije
Delante de mí:
“Cree en ti”,
Y me respondí:
“Creo en ti”.
Me gusta salpicar el mundo
Con poemas infrarrojos
Y atiborrarlo de neologismos.
Me gusta escribir listas
Para tangibilizar mis recuerdos.
Confieso que he olvidado
Algunos versos
Que tenía preparados,
Y que me deleitaba espiando
A las hormigas
            En mi infancia.
No puedo soportar las injusticias
Que he cometido
Ni quiero ser otro Bukowski
Fuera de la pluma.
Alguien a quien admiro
Me dijo una vez
Que quizás mi gusto por la gramática se deba a la búsqueda de un orden a mitad del caos del mundo que me rodea.
A veces quiero ser otra persona
Y me sorprenden los niños.
Quiero escribir en tu alma
Tal y como lo hizo Unamuno en la mía.
Quiero escribir en tu alma
Y leer de tus ojos
La vida que emanas.
Quiero escribir en tu alma
Y llorar de tus ojos
La vida que derramas.
Soy un crisantemo sin retorno
De su destino
Que en ocasiones
No puede evitar la rima
De sus disonancias.
Soy mi propio compañero
(Un compañero insoportable).
Soy un transeúnte en mis fantasías,
El deuteragonista de mis historias.
Mi intelecto y mi talento
Tienen la mala costumbre de aventajarme
Y confabular
Para humillar mis capacidades
Cuando llega la noche.
En ocasiones
Las nubes traen consigo
Una lluvia de peces,
Y mi alma diluvia,
Y mi sangre y mi piel de obsidiana se agrietan,
Y mi alma escapa
Bajo forma de lluvia,
Y en ocasiones
Lo único que necesito
Es que alguien me diga
Que todo va a salir bien
Cuando llega la noche.
Cuando llega la noche
Converso con las estrellas
Pero no me responden
(Problemas de distancia, me imagino).
Cuando llega la noche
Las anémonas salen a nadar.
Cuando llega la noche
Entro en mi escafandra
Y me arrojo al mar.
Cuando llega la noche
Los susurros renacen
De entre las cenizas.
Cuando llega la noche
Me grito al oído:
“¡No dudes!
¡No temas!
¡No retrocedas,
No te desvíes
Ni te arrepientas!”.
Cuando llega la noche
Mi eco responde:
“¡Siempre adelante,
Sin mirar atrás:
Avanza
Sin descansar!”.
Cuando llega la noche
La savia de las raíces
 Y enredaderas
De la nostalgia
Se torna dulce.
Cuando llega la noche
Mi submarino
Desciende hasta alcanzarme
Y me arrulla
En el lecho marino.
Cuando llega la noche
Quiero escribir, y no puedo
Porque las plumas se van a dormir.
Cuando llega la noche
Siempre la consuelo,
Pues me recuerda a las rosas
Que lloran
Al atardecer,
Y a veces, al igual que las estrellas,
Se queda sin responder.
El gran problema
Es que mis padres me enseñaron
            A querer de verdad.


- Elohim Flores.

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