En un mundo dentro del
cual la educación y la formación personal adquieren cada día mayor relevancia,
la profesión docente se encuentra imbuida por un gran número de
responsabilidades de las cuales el hombre y la mujer, los seres humanos tras el título de profesor, deben
hacerse cargo de la manera más eficiente posible. El docente debe, por lo
tanto, cumplir con ciertos estándares y alcanzar ciertas competencias que le
permitan responder de manera adecuada a lo que se espera de su parte dentro del
sistema pedagógico como eslabón fundamental en la formación de los jóvenes del país.
Para facilitar la
realización de las competencias requeridas por parte del futuro docente, existe
una guía que cumple la función de enlistar una serie de propuestas de valor
referencial, relativas todas a los diversos aspectos que se debería alcanzar
como requisito mínimo para un profesional de la educación con una formación integral. Esta
suerte de guía, ineludiblemente sumergida dentro de los márgenes curriculares, es conocida como el perfil del egresado profesional.
Mientras existe un perfil
de egreso genérico aplicable a todo profesional de la pedagogía, cada
especialidad por cuenta propia posee también un perfil específico de acuerdo a
las necesidades y exigencias del área en particular. En el presente análisis se
estudiará de manera concreta el perfil profesional del egresado en lengua y literatura
de acuerdo a la Universidad Pedagógica Experimental Libertador,
y será acompañado por tres organizadores gráficos focalizados en los
lineamientos legales, filosóficos y psicológicos relacionados con su formación,
de acuerdo al Documento Base del Currículo UPEL (2011).
Antes
de entrar en materia directa concerniente al perfil del egresado, es necesario
detallar los principales lineamientos ya antes mencionados, puesto que estos cimentan
la estructura sobre la que se construirá dicho perfil. En primer lugar, los
basamentos legales son esenciales e indispensables para la construcción de todo
programa curricular dentro de cuyo nicho sea cobijado cualquier perfil de un
futuro docente con capacidades integrales en Venezuela.
Los
lineamientos legales son esencialmente jerárquicos y se desprenden de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), la cual garantiza
la educación y su naturaleza inclusiva para todos los venezolanos y venezolanas
mientras indica al mismo tiempo su objetivo primario: el desarrollo pleno de un
ser humano con el máximo uso de sus habilidades potenciales.
Posteriormente,
de las alas de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se
desprende la Ley Orgánica de Educación (2009), la cual esboza ya, aunque a
grandes rasgo, el perfil del docente idóneo: agente de desarrollo y
construcción de un país en constante proceso de mejora y evolución, con
soberanía e independencia.
Tras esto,
de manera estratificada y jerárquica siempre, devienen la Ley de Universidades
(1970) y el Reglamento General de la UPEL (2000). La Ley de Universidades se concentra
en supervisar y asegurarse de que las instituciones educativas mantengan altos
los estándares de calidad durante la formación de los futuros profesionales,
mediante la constante modificación y actualización de sus currículos con el
objetivo de adaptarse y amoldarse a las constantes exigencias de los contextos
socioeducativos.
Finalmente,
el Reglamento General de la UPEL en este caso específico (y muy posiblemente
cualquier otro reglamento general de otras casas universitarias) se encarga de
mantener la estabilidad de los modelos de formación en sus distintos programas
educativos con el objetivo primordial de mantener un estado de calidad en un
constante proceso de búsqueda de la excelencia para moldear profesionales de
aptitudes lo más excelsas posibles, preparados para hacer frente a la realidad
laboral y alcanzar las expectativas dentro del importante mundo pedagógico.
Fig. 1. Proceso
segmentado de los lineamientos legales estipulados por el Documento Base del
Currículo UPEL
Tras
los lineamientos legales, es necesario tomar en consideración los basamentos
filosóficos sobre los que se construyen los objetivos idóneos dentro del
desarrollo de un docente de capacidades óptimas.
Los
fundamentos filosóficos curriculares bajo los que es concebido el perfil del
docente egresado son esencialmente humanistas; esto es, concibiendo al ser
humano como “eje fundamental del proceso transformador en el orden científico,
humanístico y tecnológico” (UPEL, 2006:41). Por lo tanto, tanto el docente como
el estudiante son actores transformadores del contexto dentro del cual se
desenvuelven, y se construyen y autoconstruyen constantemente en un proceso de
descubrimiento mutuo y personal que conduce a una elevación tanto intelectual
como social. Es debido a esto que la formación debe enfocarse no únicamente en
el crecimiento académico sino también en la maduración integral del hombre y la
mujer como organismos estructuradores del mundo que los rodea.
En
torno al enfoque humanista merodean tres aspectos de esencial relevancia para
el desarrollo del futuro docente. El primero de ellos es el intelectual: el
individuo debe potenciar de creatividad, innovación, análisis y adecuación para
aprehender y la vez forjar nuevos conocimientos en un estado de constante aprendizaje.
El segundo aspecto es el social. De acuerdo al Documento Base del Currículo
UPEL (ob.cit), es necesario que los estudiante y docentes
“enfrenten la complejidad social, tomen decisiones
justas y prudentes que contribuyan a la consolidación de los principios de
democracia, libertad de pensamiento y de acción, activación de la equidad,
pluralidad, solidaridad, respeto a los demás, desarrollo de la ciudadanía, responsabilidad,
diversidad, paz y diálogo, como valores que se deben practicar.” (p. 11).
No
puede ignorarse la importancia del entrelazamiento entre los actores
protagónicos de la educación con la realidad social, sus problemas y sus
posibles soluciones. Este aspecto va de la mano con el último factor, el
axiológico. Se espera que los futuros docentes desarrollen un sistema de
valores que les permitan realizar juicios de apreciación valorativa con el
suficiente nivel de formación como para fortalecer la perspectiva y el uso de
los principios universales para hacer frente a las dificultades de la realidad,
mediante el desarrollo de una personalidad individual bien definida. Estos tres
factores circundan el concepto de humanismo como elementos inherentes a la
concepción del ser humano como núcleo de la realidad sociocultural y de la
civilización misma.
Fig. 2. Lista
radial de los lineamientos filosóficos estipulados por el Documento Base del
Currículo UPEL
Finalmente,
el perfil curricular fundamenta sus bases con algunos lineamientos psicológicos
que apuntan al empleo de los métodos que definen, de acuerdo al Documento Base
del Currículo UPEL (ob.cit) “el autoconocimiento, la autorregulación y la
comprensión cabal de sí mismo y del otro” (p. 12) para mediar los sistemas de
enseñanza, formación y aprendizaje. Los lineamientos psicológicos se encuentran
fundamentados en el enfoque socio histórico cultural, desde cuya perspectiva
todos los procesos de índole psicológica encuentran su concepción durante la
interacción entre una persona y su realidad tanto social como cultural durante
un período de tiempo ubicado en un momento histórico en particular.
Dentro
del enfoque socio histórico cultural el aprendizaje adquiere las
características de un proceso tripartito: es concebido como colaborativo,
dialógico y situado. El aprendizaje colaborativo es observado como un proceso
sincrético a través del cual distintas perspectivas entran en comunión para
abordar y solventar cualquier problema dado, de manera conjunta y beneficiosa
para todos los implicados. En el aprendizaje dialógico confluye la
confrontación sana y crítica de distintas propuestas y posturas reflexivas que
colisionan para generar nuevas perspectivas que promoverán el desarrollo del
aprendizaje, como producto de la interacción directa entre diversos actores.
Finalmente, el aprendizaje situado representa aquellas prácticas y metodologías
educativas que contextualizan la enseñanza en diversos campos de desarrollo que
varían de acuerdo a la situación sociohistórica de los actores que protagonizan
el momento educativo en particular, asumiendo que los conocimientos se renuevan
constantemente de acuerdo a estos factores.
Las
tres concepciones del aprendizaje van siempre de la mano con elementos implícitos
de tolerancia, respeto, aceptación y compañerismo, con el estudiante como foco
principal del proceso educativo y el docente como mediador entre éste y los
conocimientos que serán aprehendidos. Los lineamientos psicológicos permiten,
en última instancia, establecer los cánones que demarcan un desarrollo óptimo
para el establecimiento de una estructura pedagógica sólida y rentable para el
futuro docente en su práctica profesional.
Fig. 3. Ciclo
radial de los lineamientos psicológicos estipulados por el Documento Base del
Currículo UPEL
Estos
tres lineamientos básicos, el legal, el filosófico y el psicológico, definen
los márgenes curriculares dentro de los cuales se fermenta el perfil del egresado
en la casa educativa de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
Dentro de ésta, existe un perfil aún más específico, concerniente al futuro
docente dentro del área de Lengua y Literatura, el cual será analizado a
continuación.
Al realizar una sumersión entre las líneas del perfil en la página web de la Universiada Pedagógica Experimental Libertador (específicamente en la del núcle del Instituto Pedagógico de Maturín), puede notarse que en primer lugar, se indica
que el docente de lengua y literatura debe “orientar el estudio de la Lengua y
de la Literatura como objeto de conocimiento,
como objeto de enseñanza y como
objeto de uso y creatividad”. Por muy obvia que pueda resultar esta necesidad,
su mención resulta indispensable. La cantidad de docentes de castellano que
fracasan al intentar cumplir con el más básico de los objetivos es alarmante, y,
aunque en la mayoría de las ocasiones la deficiencia radica solamente en ellos
debido a la mediocridad imperante en el día de hoy en el ámbito profesional, en
muchas ocasiones (cada vez más numerosas tras la implantación de la última
transformación curricular) el problema surge de un proyecto mal planificado y
mal redactado que exige a los docentes subsanar necesidades para las cuales no
se hayan preparados, por lo que sus obligaciones primarias, tales como la
anteriormente mencionada, se ven completamente opacadas hasta desaparecer.
El subsiguiente enunciado del
perfil del egresado expresa que el docente debe “enfatizar una visión holística
de las manifestaciones lingüísticas y literarias a fin de reforzar la identidad regional, nacional y
latinoamericana”. A pesar de la riqueza literaria tanto venezolana como
latinoamericana, el docente promedio de castellano suele descartar obras de
belleza incomparable tales como las de Salvador Garmendia y Luis Manuel
Urbaneja (por mencionar algunos venezolanos), y José Hernandez y Octavio Paz
(por mencionar escritores latinoamericanos en general), para limitarse a las
sempiternas Doña Bárbara y Cien Años de Soledad, por ejemplo; obras de excelente e innegable
valor literario, mas repetidas hasta el agotamiento y asumidas como suficientes
para abarcar el abanico entero, muchísimo más extenso, ofrecido por el
continente americano; es cuestión de mediocridad profesional el evitar ahondar aún
más.
Aunado a lo anterior,
existe actualmente una carencia e insuficiencia pedagógica inclusive a través
de las obras de carácter universal; simplemente se está perdiendo la costumbre
de la lectura literaria a nivel académico. La nueva transformación curricular
parece pretender dejar a un lado la literatura de otras naciones y otros continentes,
imprescindible para el desarrollo de un análisis literario, y aunque esto debería
encontrar motivo en un mayor impulso de la literatura nacional, la deficiencia
en la enseñanza de la literatura autóctona no se ha visto regenerada en lo
absoluto, como habría sido razonable esperar.
El proceso educativo de
los jóvenes venezolanos podría ciertamente nutrirse con el estudio de obras
autóctonas que no sólo resalten las maravillas del país, sino que puedan
exteriorizar el talento radiante del que son capaces todos y todas como
oriundos de Venezuela, más allá de un nombre célebre o una tradición literaria desecada. Los venezolanos son capaces de alcanzar
grandes cosas, y la mejor evidencia de ello puede ser hallada en su literatura, escudriñando a mayor profundidad que lo superficialmente acostumbrado.
Tras lo anterior, el
perfil del egresado ofrece dos nuevos requerimientos: el docente debe
“propiciar una reflexión crítica en torno a las metodologías específicas que
puedan ser aplicadas en la enseñanza y
aprendizaje de la Lengua y la Literatura” y a la vez debe “seleccionar y
utilizar estrategias, métodos, técnicas y recursos idóneos para la enseñanza y aprendizaje de la Lengua y la
Literatura”. De acuerdo a lo citado, el docente debe instruir a sus alumnos
sobre los motivos de la existencia y selección de los diversos métodos elegidos
para la enseñanza del área de formación, y además seleccionar las mejores
estrategias y técnicas para facilitar y dinamizar el proceso de aprendizaje.
Mientras los chicos sean conscientes de cada método y estrategia que se aplica
al proceso educativo del cual están formando parte, y las técnicas y recursos
seleccionados resulten compatibles con ellos, el dinamismo y afabilidad en el
aula prosperarán en enorme medida.
Puede que algunos docentes
de la actualidad eviten invertir el tiempo necesario para exponer de manera
crítica la razón de ser de cada método y estrategia seleccionada, y del mismo
modo eludan una selección a detalle de los mejores procesos posibles para
desarrollar las actividades de su planificación, pero los motivos de esto se
deben únicamente a razones personales tales como la desaplicación y la desgana.
En su inmensa mayoría, los docentes instruidos en casas de estudio como la
Universidad Pedagógica Experimental Libertador reciben suficientes muestras de
la necesidad de mantener al tanto, desde una postura crítico-reflexiva, a sus
estudiantes sobre la planificación que será aplicada durante cada lapso. También
son concientizados hasta el cansancio sobre la necesidad de adecuar los
métodos, estrategias y recursos del mejor modo posible a cada población
estudiantil de manera dedicada, adaptada a los requerimientos de cada aula en particular.
Posteriormente, y bajo las
líneas anteriores, el perfil precisa que, idóneamente, el docente egresado “utiliza
estrategias para facilitar el análisis de las estructuras fonéticas,
fonológicas, morfológicas, sintácticas,
léxicas, semánticas y pragmáticas del español” y “utiliza estrategias
teórico/prácticas adecuadas para el desarrollo de competencias en las áreas de docencia, investigación y
extensión”. Sin aportar realmente una gran diferencia a las nociones expresadas
en el párrafo anterior, se enfatiza la necesidad de que el profesor haga uso
pertinente y eficaz de las estrategias tanto teóricas como prácticas en la
enseñanza del castellano, y también en prácticas investigativas y de extensión,
posiblemente interdisciplinarias.
Los siguientes
requerimientos expuestos se encuentran precisamente ligados a las prácticas
investigativas dentro del ambiente escolar. De acuerdo al perfil del egresado,
el docente debe “investigar los fenómenos lingüísticos y literarios de interés
para la especialidad y para el campo educativo” e “integrar la enseñanza de la
Lengua y la Literatura a las innovaciones teóricas-prácticas que se produzcan
a través de investigaciones en estas
áreas”. La importancia de la consolidación de un docente/investigador tiene un
lugar prioritario en todo momento durante la formación universitaria de los
mismos, y estos postulados lo confirman.
Aunque puede que no se
realice de manera constante debido a motivos como la apatía y la falta de
interés, el docente debe ahondar en su especialidad y en el campo pedagógico
para extraer productos provechosos tanto para académicos y colegas docentes
como para el estudiantado, y todas las innovaciones que resulten de cada una de
las investigaciones realizadas deben tener como meta el perfeccionamiento de la
enseñanza.
El perfil del egresado
también incluye entre sus preceptos el que el docente debe “aplicar los
principios lingüísticos en la enseñanza de la Lengua y de la Literatura”; es
decir, se requiere cierto nivel de profundidad dentro de los conocimientos
destinados a ser impartidos; no sólo basta con hacer atisbar dentro del aula de
clases los principios básicos de la gramática y la ortografía, así como de los
elementos literarios primarios, sino que resulta completamente necesario nutrir
la enseñanza con nociones fonéticas, etimológicas y semánticas que se asienten
dentro del proceso de enseñanza/aprendizaje y permitan desarrollar a largo
plazo habilidades lingüísticas cognitivas más avanzadas en cada estudiante,
sumamente útiles durante su vida universitaria y profesional. Al día de hoy
pocos docentes alcanzan este nivel, y los nuevos procesos curriculares
coaccionan (de manera totalmente perjudicial) a evitar la sobrecomplicación de
las temáticas exploradas durante el momento educativo.
Además, el docente tiene
la responsabilidad de “destacar la literatura como fuente de placer con valores
éticos y estéticos” y “orientar el estudio de la literatura como sistema semiótico
y como un producto cultural”. Si bien el primero de estos objetivos es cumplido
con tanta cabalidad como es posible, puesto que se halla intrínsecamente ligado
a los métodos y estrategias utilizados para la enseñanza literaria, el segundo
de ellos, que presupone un enfoque mucho más profundo de la literatura, se
encuentra casi tan abandonado como la reivindicación del arte escrito autóctono
(tema tocado anteriormente). Efectivamente, las aproximaciones semióticas a la
literatura dentro de la enseñanza en educación media general son tan poco
comunes como inversamente necesarias para el desarrollo de un ciudadano con
capacidad de discernimiento en un mundo construido y estructurado con base en
el bombardeo simbólico que es parte de la cultura tanto tradicional como
popular y moderna que lo envuelve.
Tras lo anterior, el
perfil del egresado hace énfasis una vez más en la selección acertada de las estrategias,
con el siguiente postulado: “[El docente de lengua y literatura] utiliza
estrategias adecuadas para el desarrollo de habilidades y destrezas dirigidas a
la producción y comprensión de textos”. En esta oportunidad, se realza la
importancia de la producción y comprensión de textos para todo ser humano; ni
qué hablar de la necesidad de una población capaz de producir y analizar textos
tanto orales como escritos para el desarrollo de una nación con capacidades críticas,
autocríticas y reflexivas. Este aspecto es reforzado por los últimos dos
enunciados, los cuales indican que es imprescindible “contribuir en la
formación de un lector independiente, crítico y creativo que también sea
selector y promotor de diversos tipos de textos” y que se debe “afianzar los
hábitos, las destrezas y las habilidades de la comunicación escrita tanto de
carácter funcional como de valor estético”.
Un pueblo con capacidades
críticas y analíticas, una población que reflexione sobre lo que lee y escribe,
un venezolano y una venezolana con la habilidad para leer entre líneas y
formular opiniones individuales y bien fundamentadas, y con la capacidad, sobre
todas las cosas, de comunicar lo que siente, piensa y vive, es lo que se apunta
a alcanzar con un perfil de egresado que propone enunciados como los
recientemente expuestos; la sangre vital de la lengua y la literatura. Hoy en
día gran parte de la población, docentes incluidos, tiene sus sentidos atentos
ante toda fuente de información aprehensible, y mantener la mente abierta a la
añorada crítica y autocrítica tan necesarias para construir la sociedad se ha transformado
en una práctica común (si bien aún susceptible a manipulaciones). Por lo tanto,
estos aspectos se han visto cumplidos dentro (y fuera) del aula de clases con
mayor regularidad día tras día.
Como puede notarse, la
mayoría de enunciados dentro del perfil profesional del egresado en lengua y
literatura implican la necesidad vital de que se profundice no sólo dentro de
la especialidad del área de formación, sino de que se extrapolen los
conocimientos propios de la misma en búsqueda de principios éticos, referencias
críticas, valores nacionalistas y elementos que permitan un desarrollo
cognitivo más eficaz en los estudiantes. La comunidad no sólo venezolana sino
mundial claramente puede y requiere beneficiarse de las ventajas aportadas por
la literatura a través de la educación y la formación del ciudadano, del adulto
del mañana.
¿Se cumple el perfil del
egresado en la mayoría de los casos? Lamentablemente la respuesta es negativa,
y barreras educativas como la representada por las últimas transformaciones
curriculares sólo entorpecen y dificultan el procedimiento. No obstante,
mientras se mantenga cierto nivel de calidad dentro de las instituciones
universitarias, los futuros profesionales seguirán siendo formados e instruidos
para mantener viva la llama de la antorcha de la lengua y la literatura. Y la
conciencia sobre la responsabilidad que cargan sus hombros vivirá hasta salir a
la luz una vez más.
REFERENCIAS
Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela (1999). Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, 5453,
marzo 3, 2000.
Ley Orgánica de
Educación (2009). Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, 5929 (Extraordinario), agosto 15, 2009.
Universidad
Pedagógica Experimental Libertador. Perfil
Profesional del Docente en Lengua y Literatura. Disponible:
http://www.ipm.upel.edu.ve/index.php/lenguayliteratura [Consulta: 2021, Mayo]
Universidad
Pedagógica Experimental Libertador. Vicerrectorado de Docencia (2006). Proyecto de Transformación y Modernización
del Currículo para la Formación Docente de Pregrado en la UPEL. Informe que
se presenta ante el Consejo Universitario. Caracas: Autor.
Universidad
Pedagógica Experimental Libertador. Vicerrectorado de Docencia (2011). Documento Base del Currículo de la UPEL.
Caracas: Autor.
- Elohim Flores.
05/19
Editado: 05/21
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