jueves, 26 de noviembre de 2015

Hipotermia


El frío del exterior se infiltra en mi alma
Y la consume lentamente, con precisión y en calma.
Posteriormente se dirige a mi corazón, de fuerzas escaso
Y lo subyuga, lo domina como el agua que rebosa de un vaso.

Se extiende a mis extremidades, a mis brazos y piernas
Y su movilidad cercena con firmeza eterna.
Luego sube a mi cabeza y se apodera de mis ojos
Y desalmado los convierte en exánimes despojos.

Mi cerebro se congela y mi aliento se hace escarcha;
Al tiritar mi piel se desmantela y el calor de mi cuerpo se marcha.
La circulación en mis venas se detiene ante el gélido infierno,
Víctima del fúrico asalto del despiadado invierno.

La fiera ventisca azota mi carne, inclemente,
Abatiendo mis fuerzas con su frialdad imponente.
Carcomiendo mis músculos, mis uñas se agrietan
Y las glaciales hendiduras del blanco manto mis pies sujetan.

Mientras un grito quiere escapar mis dientes se quebrantan,
Pero la voz se apaga al salir de mi garganta,
Y quiero llorar, pero mis lágrimas son ahora carámbanos;
Hoy más que nunca nieva y graniza en el tártaro.

Presa del frío que todo lo devora
Una triste idea en mi mente aflora:
Me postro y me resigno a morir con orgullo,
Cuando de súbito mi piel es bañada por un lumínico murmullo.
Con la vista ciega y el colosal peso de la nieve en mis pestañas
Ofrezco resistencia al entumecimiento que la muerte entraña,
Así que subo la helada mirada hacia el firmamento
Dispuesto a descifrar aquel misterio en mis últimos momentos;
Y mientras mi espíritu desprenderse ansía y mi sangre se hace cristal...
Mi cuerpo se deshiela con el cálido abrazo

De la aurora boreal.

- Elohim Flores.

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