lunes, 1 de mayo de 2023

[Nocturno]

Ya un albor trémulo y vago

Rasga de Oriente la bruma,

Y yo en el lecho aun me agito

Entre sollozos y angustias;

 

El sueño, celeste alivio

De las almas sin ventura,

No viene a cerrar mis ojos

Ni a calmar mi pena aguda;

 

Y me vuelvo y me revuelvo

Devorando mi amargura,

Y por las lágrimas mías

Ya la almohada está húmeda…

 

Ay! Quién pudiera este lecho

Convertir en negra urna,

Y esta sábana en sudario,

Y esta almohada en piedra dura!

 

Y esta estancia que el aroma

De su aliento aun perfuma,

Convertir por dicha mía

En el hueco de una tumba!

 

Y en ella por fin hundirme

En esa calma profunda

Que principia con la muerte

Para acabar nunca… Nunca!...

 

Entonces, ay! Ignorara

Esta amarguísima angustia

Que envenena mi existencia

Y por doquier me circunda;

 

Entonces, ay! No vertiera

Este llanto que me abruma,

Ni se anidara en mi pecho

La serpiente de la duda;

 

Entonces no libraría

Esta batalla, esta lucha

Del imponente deseo

Contra el amor sin fortuna;

 

Ni surgiera ante mi vista

La realidad triste y muda

De mis desdichas presentes,

De mis pasadas venturas!...

 

Ay! Quién pudiera este lecho

Convertir en negra urna,

Y esta sábana en sudario,

Y esta almohada en piedra dura…

 

Y su recuerdo en tranquilo

Rayo de pálida luna

Que por la noche alumbrase

La soledad de mi tumba!


- Juan Antonio Pérez-Bonalde.


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