Escuché una voz hablar mientras yacía
agonizante-- y esa voz era la mía.
Mis palabras eran la única pista que tenía sobre
el reino en el que me encontré, y en el que
asumí que el tiempo se había congelado
durante 2000 años.
Esa vida de interminable soledad
se sintió como una pesadilla de la cual
no podía despertar.
En el presente, perdí
todo interés de llevar a mi
yo
del futuro
de regreso
al pasado.
Pero 2000 años son una cantidad de tiempo insoportablemente
larga.
Mientras imaginaba el odio que dentro de mí crecía,
que eventual e inevitablemente me conduciría
a cometer un irreparable error,
todo lo que hacía
era encogerme de terror.
Mientras deambulaba, me topé
con un hombre que había
perdido de vista lo que quería
proteger--
y aprendí que
este reino no era el de 2000 años en el ayer.
Con el hombre estaba una mujer sin calor,
y agazapada una bestia gigante.
La bestia habló;
estaba luchando por
negar su propia naturaleza obliterante.
No pude evitar a ella acercarme.
A menudo pienso
en el comienzo
del ciclo.
Yo, como el caos, desde el futuro me convoco;
y en ese caos me convierto después de que me invoco.
Este ciclo maldito no habría empezado
a menos que alguien distinto a mí me haya llevado
al pasado.
Me pregunto si la verdad alguna vez será revelada.
La bestia a menudo hablaba
del lugar de donde procedía,
de naves que usaban
el viento
para navegar el firmamento,
de máquinas de precisión que como humanos se movían.
Sus historias eran consideradas en mi reino
tradición.
Intrigados, sobre nosotros hablamos
e imaginamos a dónde cada uno regresaría.
Debo darle un nombre a esta bestia un día.
- Garland.
(Traducción: Elohim F.)
Estos versos hacen acto de aparición en el juego Dissidia 012 Final Fantasy.
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