jueves, 28 de noviembre de 2019

Las Teorías del Conocimiento y los Paradigmas Científicos [Análisis Crítico]



Uno de los principales intereses de la epistemología es el estudio de los paradigmas que dirigen las investigaciones en su búsqueda constante por el conocimiento. Respecto a este tema, uno de sus más grandes estudiosos, Kuhn, expresó en el año 2004 lo siguiente: "considero que éstos [los paradigmas], son logros científicos universalmente aceptados que durante algún tiempo suministran modelos de problemas y soluciones a una comunidad de profesionales".
Tomando en cuenta tal definición, sin paradigma alguno se carecería también de métodos funcionales, modelos a seguir o estructuras que cimienten y soporten el cuerpo de la investigación; en pocas palabras, el paradigma es la mismísima columna vertebral de todo estudio.
Antes de explorar los principales paradigmas científicos, es necesario estudiar algunos términos básicos dentro del mundo de las teorías del conocimiento. El primero de ellos es el construccionismo social, una teoría del conocimiento de la que Gergen (1993) expresa lo siguiente: “Lo que consideramos conocimiento del mundo no es producto de la inducción o de la construcción de hipótesis generales, como pensaba el positivismo, sino que está determinado por la cultura, la historia o el contexto social”.
En otras palabras, el conocimiento es una construcción de los intercambios personales, del contexto histórico, de las conexiones sociales y del desarrollo cultural más que de cualquier otro proceso ajeno a dicho ámbito.
Ciertamente, el conocimiento jamás es totalmente objetivo puesto que se ve ineludiblemente subjetivado por las interacciones del individuo con el colectivo social. Por lo tanto, todas las nociones y apreciaciones de la realidad tanto interna como externa se ven influenciadas de manera inevitable por las valoraciones que de ellas tengan los demás, efectivamente construyendo el conocimiento de manera social hasta obtener un producto único surgido de una multiplicidad de actores diferentes.
Otra teoría del conocimiento, conocida como relativista, es explicada del siguiente modo por Guillaumin (2009): “El relativismo hace referencia al sistema o doctrina que sostiene que todos los puntos de vista sobre una misma cuestión son igualmente válidos o correctos (o igualmente inválidos e incorrectos)”.
De acuerdo al postulado referido, tanto la razón como la verdad son enteramente subjetivas y por lo tanto la validez o invalidez que puedan tener distintas afirmaciones son equivalentes en cada uno de los casos; o bien, dicho de otro modo, la verdad es relativa.
El relativismo, al igual que el construccionismo social, se enfoca en el sujeto que aprehende el conocimiento y no en el objeto de estudio, en tanto que indica que la realidad se encuentra estrechamente ligada al sujeto que la experimenta, y que por lo tanto las nociones extrapolables de la misma varían profundamente entre uno y otro individuo, aunque son siempre altamente alterables por los elementos externos a ellos. Aún más, tal afirmación implica que también existen distintas maneras de conocer la realidad, y que todas y cada una de ellas son perfectamente válidas.
Tras esto, es pertinente mencionar la existencia de otra teoría, la del subjetivismo, sumamente similar al relativismo, y es explicada de la siguiente manera por Hessen (1935): “[Es teoría subjetivista] toda teoría del conocimiento donde el carácter de verdad se hace dependiente en una forma o, en otra, de la constitución del sujeto que conoce […]. [Es] Toda teoría que pueda afirmar que lo que es verdad para un sujeto puede no serlo para otro”.
De modo básicamente idéntico al anterior, de acuerdo con el subjetivismo, el conocimiento varía hondamente entre un individuo y el otro debido a la acción modeladora de la mente. A diferencia del relativismo, no obstante, el subjetivismo hace especial énfasis en la dependencia del conocimiento únicamente hacia el factor humano, sin tomar en cuenta ni aportar gran relevancia a los factores de la realidad externa.
Bajo las líneas del subjetivismo surge un término interesante: el de la intersubjetividad. Al respecto, Husserl (1913) expresó: “Todo lo que es aplicable a mí mismo, sé que es aplicable a todos los demás hombres que encuentro ahí adelante en mi mundo circundante […], concibo su mundo circundante y el mío siendo objetivamente un mismo mundo, del que todos nosotros nos limitamos a tener conciencia de diverso modo”.
Por lo tanto, mediante la comprensión de que la aprehensión del conocimiento por parte de los demás puede ser similar a la propia, y de que el conocimiento adquirido comparte características con el absorbido por los demás, se llega a un estado denominado intersubjetivo que permitirá a su vez comprender que el mundo exterior es subjetivamente equivalente para todos.
La siguiente teoría, la del realismo, se contrapone a teorías como la del construccionismo, la del subjetivismo y la del relativismo de manera radical. La misma es conceptualizada por Bunge (1998) de la siguiente manera: “el realismo científico es tal porque consigue ‘captar’ ciertos aspectos objetivos de la realidad que nos rodea, en particular las relaciones invariantes [descritas, típicamente, de manera matemática por enunciados legales (o leyes)] entre variables que describen de manera simbólica (habitualmente cuantificada) aspectos seleccionados de clases de hechos que resultan de interés científico”.
Así, el realismo se encarga de conocimientos meramente objetivos debido a que sus propuestas afirman que la realidad es independiente de la mente del ser humano y existe de manera aislada, sólo accesible a través de los sentidos y la razón de manera limitada. Debido a esto, el subjetivismo individual puede distorsionar el modo en que es percibida la verdad, pero no la verdad por sí misma. Debido a ello, los métodos de medición matemáticos adquieren una relevancia exponencial, puesto que resulta necesaria tanta precisión como sea posible para captar la realidad tal cual se presenta.
Posteriormente conviene analizar el empirismo. El empirismo indica que la experiencia, obtenida a través de la percepción de los sentidos, es la fuente de todo el conocimiento. Al respecto, Locke (1690) indicó que: “estas ideas simples, los materiales de todo nuestro conocimiento, le son sugeridas y proporcionadas a la mente por sólo esas dos vías arriba mencionadas, a saber: sensación y reflexión. Una vez que el entendimiento está provisto de esas ideas simples tiene el poder de repetirlas, compararlas y unirlas en una variedad casi infinita, de tal manera que puede formar a su gusto nuevas ideas complejas”.
Fácilmente puede comprenderse, gracias al trabajo dejado por Locke, que de acuerdo a la perspectiva empirista, la única manera que tiene la mente de alcanzar ciertos retazos de la realidad es a través de las sensaciones. Estas sensaciones atravesarán el filtro de la reflexión para poder ser sintetizadas realmente y, tras un proceso de analogías y atomizaciones, conformarán ideas, pensamientos y conocimientos nuevos.
Otra teoría cuya exposición que se hace necesaria dentro del presente trabajo es el fenomenalismo, el cual, de acuerdo a Hessen, “es la teoría según la cual no conocemos las cosas como son en sí, sino como nos aparecen. Para el fenomenalismo hay cosas reales, pero no podemos conocer su esencia. Sólo podemos saber ‘que’ las cosas son, pero no ‘lo que’ son”.
El fenomenalismo ciertamente admite la existencia de cosas reales, pero también reconoce que resulta imposible para la consciencia alcanzar el conocimiento absoluto, puesto que se ve atascada por las apariencias del mundo sensible. Puede decirse por lo tanto que el fenomenalismo aúna dentro de su concepción características tanto objetivistas como subjetivistas, reconciliando de algunas manera ambas posturas epistemológicas.
Tras el fenomenalismo, resulta conveniente analizar el criticismo, el cual, de acuerdo a Hessen, “examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta nada despreocupadamente. Dondequiera pregunta por los motivos y pide cuentas a la razón humana. […] Es un término medio entre la temeridad dogmática y la desesperación escéptica.”
El criticismo, pues, pretende estudiar la fuente de toda afirmación, la causa de todo conocimiento y la validez de toda proposición con la intención de verificar la certeza de las mismas. El criticismo es, por lo tanto, el juicio crítico (valga la redundancia) aplicado a todo conocimiento dado como verdadero de manera previa a la posibilidad de su aceptación.
Por otra parte, existe una teoría del conocimiento conocida como idealista. Respecto al idealismo, Hessen explica que “éste sustenta la tesis de que no hay cosas reales independientes de la conciencia”. Por lo tanto, indica posteriormente, “sólo existen dos clases de objetos, los de conciencia (las representaciones, los sentimientos, etc.) y los ideales (los objetos de la lógica y de la matemática)”.
De acuerdo a esto, los objetos reales deben ser considerados como objetos de conciencia o ideales. Las ideas, pues, existen fuera de la mente como concepciones abstractas independientes y posteriormente son apresadas por la conciencia, modeladas por la lógica y sintetizadas a modo de información, de conocimientos.
Tras este recorrido a través de las principales teorías del conocimiento, pueden finalmente hacerse ciertas reflexiones sobre los enfoques paradigmáticos más relevantes. El primero de ellos es el enfoque empírico-inductivista, el cual, según Rincón (2001) “designa a una corriente filosófica para la cual sólo son legitimas las pretensiones de conocimientos fundadas directamente sobre la experiencia; es decir; no admite como validos científicamente otros conocimientos sino los que proceden de la experiencia. El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia”.
El principal promotor del enfoque empírico-inductivista fue el llamado Círculo de Viena, de acuerdo al cual, según Rincón, “un enunciado o hipótesis tiene sentido si existe algún procedimiento de verificación que pueda, por medio de operaciones empíricas, decidir sobre la verdad o facilidad del mismo”. Como puede notarse, este enfoque se cimienta de manera inseparable con la teoría gnoseológica del empirismo, y también se ve influenciada por la necesidad criticista de comprobar cada aspecto ligado al conocimiento para certificar su veracidad, con la única salvedad de que la única fuente aceptable para esta clase de verificaciones es la de la experiencia.
Posteriormente, el siguiente enfoque, el racionalista-deductivista, puede definirse de manera muy concisa gracias a su naturaleza reduccionista. Respecto al mismo, Padrón (1998) indica que “en este enfoque se concibe como producto del conocimiento científico el diseño de sistemas abstractos dotados de alto grado de universalidad que imiten los procesos de generación y de comportamiento de una cierta realidad”.
Por lo tanto, la elucubración de teoremas y teorías, el diseño de sistemas epistémicos y la ideación de hipótesis y conjeturas son el más refinado producto que puede extraerse del conocimiento científico y en consecuencia el objetivo máximo de este enfoque.
Para finalizar, se atisbará la conceptualización del enfoque hermenéutico-simbólico. De acuerdo a Gadamer (1976), el enfoque hermenéutico  “es un enfoque amplio que se plantea las condiciones en las que se produce la comprensión de un fenómeno. El carácter abarcador del lenguaje sobre todo lo conocido hace que para la hermenéutica, la interpretación lingüística presente una importancia primordial en cualquier metodología que pretenda alcanzar conocimiento”, y además expresa que este enfoque “rechaza la lógica instrumental del método científico, ya que este se pregunta por los fines y no se para a reflexionar jamás acerca de los medios que está utilizando.”
Así, el enfoque hermenéutico se preocupa por la comprensión de la realidad a través de la interpretación del lenguaje. La vitalidad de las comunicaciones humanas no es ningún secreto, y el enfoque hermenéutico-simbólico se enfoca por analizar las emociones humanas impresas en la historia, el arte, la cultura y las tradiciones, en un intento tenaz por evitar cancelar al sujeto cognoscente. Se interesa más por aprehender diversas perspectivas de la existencia que por aferrarse a una verdad absoluta. Es por ello que Gadamer concluye agregando: “La hermenéutica no aspira, a diferencia de las ciencias, a explicar el mundo, a aprehender su objeto. Se conforma con comprenderlo, es decir, con alcanzar una perspectiva coherente del mismo, que no pretende ser ni única ni definitiva”.
Como puede observarse, los paradigmas, enfoques y teorías del conocimiento representan por sí mismos el núcleo de las investigaciones científicas; son a la vez faro, brújula y mapa. Dictan el camino, iluminan la dirección y señalan el sentido que debe tomarse de inicio a fin. El conocimiento científico se hallará siempre presente, irremplazablemente, en todo acto investigativo, mas las maneras en que es presentado y los distintos modos con los que es posible aproximársele se verán definidos por lo expuesto en párrafos anteriores; modelos que indican cómo abordar la realidad misma.

- Elohim Flores.
05/19



REFERENCIAS

Bunge, M. (1998). Philosophy of Science. Vol I. From Problem to TheoryNew Brunswick, Transaction. También en la versión castellana La investigación científica (México, Siglo Veintiuno Editores, 2002).

Estrada, A. (2006). Kenneth Gergen. Construccionismo social, aportes para el debate y la práctica. [Versión electrónica]. Disponible: https://www.taosinstitute.net/Websites/taos/images/PublicationsFreeBooks/Gergen_construccionismo_social.pdf [Consulta: 2019, Mayo 24]

Gadamer, H. (1976). Acotaciones hermenéuticas. [Versión electrónica]. Disponible: https://books.google.co.ve/books?id=ybsRPwAACAAJ&dq=Acotaciones+hermen%C3%A9uticas+gadamer&hl=es- 419&sa=X&ved=0ahUKEwiKj_vy_r3iAhUFrlkKHSoVDCQQ6AEIJzAA [Consulta: 2019, Mayo 24]

Guillaumin, G. (2009). El relativismo epistemológico visto a través de la teoría del cambio científico de Thomas Kuhn [Versión electrónica]. Disponible: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292009000400005 [Consulta: 2019, Mayo 24]

Hessen, J. (1935). Teoría del conocimiento. Bogotá: Gráficas Modernas.

Husserl, E. (1913). Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica [Versión electrónica]. Disponible: https://profesorvargasguillen.files.wordpress.com/2012/11/husserl-edmund-ideas-relativas-a-una-fenomenologia-pura-y-una-filosofia-fenomenologica-ocr.pdf [Consulta: 2019, Mayo 24]

Kuhn, T. (2004). La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de Cultura Económica.

Locke, J. (1690). Ensayo sobre el entendimiento humano [Versión electrónica]. Disponible: https://www.uv.es/ivorra/Filosofia/Historia/Ensayo.html [Consulta: 2019, Mayo 24]

Padrón, J. (1998). La estructura de los procesos de investigación [Versión electrónica]. Disponible:http://dip.una.edu.ve/mae/978investigacioneducativa/paginas/Lecturas/UNIDAD%204/Padron-LaEstructuradelosProcesosdeInvestigacion.pdf [Consulta: 2019, Mayo 24]

Rincón, S. (2001). El enfoque empírico-inductivo y los problemas de la investigación social en Venezuela. [Versión electrónica] Disponible: http://ojs.urbe.edu/index.php/telos/article/view/1029 [Consulta: 2019, Mayo 24]

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