La vi bajo la luna,
Meciéndose bajo su mirada fría.
Ella y la pálida luz eran una.
Me miró con sus ojos de oro,
Y yo, presa de su cacería,
Avaricié tan valioso tesoro.
Derribado fui sin aviso
Por la influencia de su hechicería.
Encarcelado yazco todavía
Entre los barrotes de su maleficio…
Y héte aquí que ha llegado el día
En el que reluctante lo admitiría:
Nunca creí que me deleitaría
Con este maravilloso suplicio.
- Elohim Flores.
07/20
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