Los últimos años del siglo XVII atestiguaron el surgimiento de una de las personalidades femeninas
más interesantes en la historia de África y del mundo entero: Dona Beatriz
Kimpa Vita.
De cuna noble,
diferentes situaciones en su vida la condujeron a convertirse en una profetiza
y en la más grande líder religiosa de su país. Determinada a crear un
catolicismo de, por y para el Congo, participó indirectamente en un movimiento
político que se opuso a la esclavitud y a la guerra civil, y el impacto de sus
acciones fue mucho más significativo y alcanzó más altas repercusiones de lo
que pudiera pensarse inicialmente.
Nacida durante la Guerra civil
ya mencionada, Beatriz creció en una atmósfera de hostilidad caracterizada por
una lucha constante entre dos contendientes por la monarquía del Congo: Pedro
IV del Congo y João II de Lemba. En adición a los problemas internos, hubo una
constante influencia europea, tanto comercial como religiosa, que sólo
consiguió empeorar la tensión en el ambiente. De acuerdo con Elnaiem, los
europeos no sólo instauran y promovieron la práctica de la esclavitud de manera
activa, sino que también proporcionaron armas a los ejércitos opuestos,
comercializando con ambos a la par.
Beatriz fue criada bajo las
enseñanzas de la religión nganga, pero pronto se convirtió al catolicismo a
través de su contacto con Appolonia Mafutam, una profetiza católica que tenía
un grupo de seguidores exhaustos por la constante guerra civil; conflicto que
consideraban como un castigo de Dios. Pronto Beatriz se enfocó en la
espiritualidad y comenzó a predicar con el apoyo de Appolonia y de sus
seguidores. Beatriz comenzó a tener visiones con San Antonio de Padua, y
alcanzó el punto de afirmar que su alma original había sido reemplazada por la
de San Antonio de Padua.
Entre otras enseñanzas,
Beatriz dijo que debería haber santos negros, y que Jesús de Nazareth, San
Antonio y otras figuras habían nacido en el Congo, reivindicando la posibilidad
de que los negros, quienes eran considerados incluso seres sin alma por la
visión europea, podían alcanzar el reino de los cielos, en oposición,
efectivamente, de lo promovido por los sacerdotes europeos.
La ideología de Beatriz se
basaba en el hecho de que Jesús estaba enojado por la guerra civil que
desgarraba el Congo, así que era necesario establecer un único rey. Para
unificar ambos bandos, tomó la decisión de fundar un catolicismo propio del
Congo, y de llevar su mensaje a ambos lados del espectro político. A pesar de
ser rechazada y expulsada de diversos sitios, sus numerosos seguidores se las
arreglaron para asentarse y poblar la ciudad hasta entonces deshabitada de São
Salvador.
Eventualmente, el movimiento
impulsado por Beatriz fue visto como una amenaza por los sacerdotes católicos,
y por el mercado europeo que se beneficiaba con la comercialización bélica en
el conflicto entre los dos bandos opuestos. En adición a eso, un gran número de
congoleses de cuna noble se unieron a sus seguidores, incluyendo pero no
limitándose a uno de los comandantes del ejército de Pedro IV, y a su propia
esposa.
Por si fuera poco, de acuerdo
con John Thornton, el deseo de Beatriz por terminar la guerra civil implicó de
manera ineludible un esfuerzo por terminar con la esclavitud, y aunque sus
medios para alcanzar dicho objetivo eran religiosos, sus esfuerzos se habían
transformado finalmente en un movimiento social que encarnó un verdadero
peligro para el status quo establecido por la monarquía. Beatriz se
había transformado a todas luces en una piedra dentro del zapato de la clase
dominante, y todas estas circunstancias, tanto religiosas como sociales, culminaron con la orden de captura y subsecuente ejecución de Beatriz Kimpa Vita, bajo
cargos de herejía. Beatriz fue quemada a los 22 años de edad, y su solicitud
por ser bautizada antes de su muerte y de arrepentirse de sus pecados, denegada
por la siempre característica magnanimidad del clero.
Después de la ejecución de
Beatriz, Pedro IV ordenó la captura de sus seguidores, quienes continuaban
refugiados en São Salvador. John Thornton presume que “dado el tamaño de los ejércitos
en estos encuentros, y de la probable tasa de esclavitud, sin embargo, es
seguro decir que probablemente hubo más de 5.000 personas capturadas”. La
mayoría de estos esclavos terminarían siendo enviados a las colonias francesas
en América, y junto a ellos viajaría la idea rebelde de la autonomía, la
dignidad y la libertad de los pueblos negros. Precisamente respecto a este
punto en particular, dos movimientos específicos pueden encontrar sus raíces en
la ideología y la campaña emancipadora emprendida por Beatriz. El primero es el
de la Rebelión de Stono, en Carolina del Sur, EE.UU., y el segundo es el de la
Revolución Haitiana.
Concerniente a la primera de
las dos rebeliones mencionadas, Thornton menciona que “Un grupo de veinte
esclavos, en su mayoría congoleses […] procedieron al puente Stono y
[capturaron] un almacén en Hutchinson, para capturar armas y pólvora”. Efectivamente,
la mayoría había participado en las guerras de Mbamba Luvota cinco años antes.
Mbamba Luvota había sido el último refugio de los antonianos tras la victoria
de Pedro IV, y algunos de los rebeldes más viejos quizás estuvieron presentes
incluso durante el apogeo del antonianismo en el Congo. De hecho, la principal
voz de guerra durante la rebelión de Stono era “Lukangu”, que en lengua kikongo
significa “Libertad”; lo interesante de este hecho radica en que la raíz de la
palabra lukangu es el verbo kanga, el cual significaba también
“salvación” para lo congoleses cristianos. El uso y la alteración semántica
constante de este verbo era característico dentro del movimiento antoniano.
En cuanto al caso de Haití,
Elnaiem explica que “cuando la revolución de esclavos estalló en Haití, los
congoleses se organizaron para la guerra… Las bases de la revuelta eran
cristianos curtidos en batalla, a menudo antiguos participantes de las guerras
civiles en el Congo”. Además, las evidencias lingüísticas también subyacen a
este evento, puesto que el famoso canto de liberación de las fuerzas
revolucionarias haitianas emplea en reiteradas ocasiones el verbo kanga bajo
sus acepciones antonianas congolesas.
En ambos eventos mencionados,
las experiencias de los congoleses después de haber atravesado la guerra civil,
el catolicismo de Beatriz y la esclavitud, emergieron a la luz con la fuerza de
una revolución, rastreando sus orígenes hasta el São Salvador de 1706.
En vistas de lo anterior,
puede afirmarse con total certeza que el movimiento de la Dona fue exitoso a
pesar de los esfuerzos monárquicos por reprimirlo. La semilla de la lucha
contra la avaricia había sido sembrada. La codicia que dio luz a la Guerra y la
esclavitud sería rechazada a través de las enseñanzas que permanecían en la
memoria de los hombres, a pesar de la erradicación del movimiento de la
valiente mujer y del sesgo de su propia vida. La muerte de Beatriz no pudo
remover las ideas indelebles de la autonomía, de la identidad racial, de los
derechos equitativos, y de la libertad.
Como puede verse, la agitada y
cautivadora vida de Dona Beatriz Kimpa Vita marcó un hito en la historia del
Congo, y sus acciones tuvieron repercusiones de un peso impresionantemente
impactante. Aunque su lucha fue cercenada prematuramente, su pensamiento
trascendió el tiempo y el espacio, y los movimientos revolucionarios de Stono y
de Haití son la mejor prueba de ello. Beatriz simboliza, al final, la habilidad
de los seres humanos para mantener firmes sus convicciones; para erguirse y
defender lo correcto y luchar por lo que creen que es justo para sí mismos y para sus
pares, por la dignidad de sus ancestros y el bienestar de sus descendientes.
No existe mejor manera de
culminar estas ideas que con una excelente síntesis que hace Thornton sobre la obra
de Beatriz:
Dona Beatriz había tratado de poner fin a las guerras que alimentaban el comercio de humanos atacando a los kindoki [personas codiciosas que no se detienen por nada para conseguir lo que buscan], la codicia implacable que lo alimentaba. La codicia por los bienes, la codicia por gobernar, la codicia por mandar: todo esto había conducido a las motivaciones de quienes provocaron las guerras, encabezaron las bandas de bandidos, se llevaron a los prisioneros, capitanearon los barcos, supervisaron o fueron propietarios de las plantaciones. Muchos eran cristianos, algunos eran buenos cristianos, pero como había enseñado Dona Beatriz en la Salve Antoniana: "La oración no sirve para nada, es la intención lo que Dios toma en cuenta". (p. 214).
REFERENCIAS
Elnaiem,
Mohammed. “Did Kongolese Catholicism
Lead to Slave Revolutions?,” JSTOR, Febrero
6, 2019. https://daily.jstor.org/did-kongolese-catholicism-lead-to-slave-revolutions
Thornton,
John. “The Kongolese Saint Anthony: Dona Beatriz Kimpa Vita and the Antonian
Movement, 1684-1706”, New York: Cambridge University Press, 1998.
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