Una noche, a
orillas del Nilo, una hiena se encontró con un cocodrilo. Ambos se detuvieron y
se saludaron. La hiena dijo:
— ¿Cómo vas
pasando el día, Señor?
— Muy mal — respondió el cocodrilo—. A veces, en mi dolor y tristeza, lloro. Y entonces
las criaturas dicen: "Son lágrimas de cocodrilo". Y eso me hiere
mucho más de lo que podría contar.
Entonces la
hiena dijo:
— Hablas de tu
dolor y de tu tristeza, pero, piensa por un momento en mí. Contemplo la belleza
del mundo, sus maravillas y sus milagros y, llena de alegría, río, como ríen
los días. Y los pobladores de la selva dicen: "No es sino la risa de una
hiena".
- Gibran Khalil Gibran.
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