La pedagogía, esa hermosa disciplina, imprescindible para el desarrollo del ser humano en mente y espíritu, así como para
la construcción de una sociedad superior, se ve necesariamente nutrida por una extensa multiplicidad de artes, ciencias y otras disciplinas que aportan todas y cada
una, a su modo, un pequeño filamento para fortalecer las cualidades de la noble
ciencia educativa, tanto teóricas como prácticas, hasta transformarla en una
técnica tan integral como pueda ser posible.
Tomando en cuenta todo cuanto pueden
aportar otras disciplinas como la psicología, la sociología, la ética, la
estética e inclusive la administración, erróneamente podría llegar a asumirse
que la pedagogía no se beneficiaría del sector epistemológico del conocimiento.
No obstante no hay nada más alejado de la realidad, puesto que la epistemología
entrega a la pedagogía más de lo que pudiere imaginarse en primera instancia.
En primer lugar, es necesario internalizar
la noción de la influencia de las raíces de la epistemología misma: la
filosofía. La filosofía, con su amplitud reflexiva respecto a cada aspecto de
la realidad tanto física como metafísica, es parte imprescindible de la
pedagogía. No sólo la filosofía establece una enorme diversidad de modelos de
pensamiento que permiten esclarecer las distintas sendas que puede transitar la
teoría educativa, sino que también ofrece una cantidad inmensurable de
herramientas que facilitan el análisis de la estructura misma de la existencia;
esto es de vital importancia para la pedagogía, dado que necesita antes que cualquier
otra cosa comprender el mundo a un nivel ontológico para posteriormente
encausar sus esfuerzos por hacer de él un sitio mejor.
La epistemología, siguiendo siempre los
principales patrones de la filosofía (el análisis sistemático de la realidad,
la síntesis de los saberes, la sistematización del conocimiento) se ve
insertada dentro de la pedagogía inclusive desde su concepción, creación y
consolidación como disciplina en y por sí misma. Como ejemplo puede notarse que
desde el instante en el que se inicia el debate de su condición como arte o
ciencia, la pedagogía se convierte en objeto de estudio de la epistemología, la
cual realiza toda una serie de análisis y reflexiones para determinar sus condiciones
ontológicas como disciplina. Sin este tipo de clasificaciones, las ciencias
pedagógicas carecerían por completo de una identidad que logre discernirlas de
las psicológicas y de las sociológicas, por mencionar un par.
Por otra parte, si bien la pedagogía
hace uso de sus propios métodos para realizar estudios detallados sobre la
educación, es la epistemología la que pone a disposición sus herramientas para sistematizar
los conocimientos extraídos de tal análisis y transformar a la noble disciplina
en un laboratorio dentro del cual la educación atravesará todos los procesos
necesarios para convertirse en un nuevo ser, más completo, profundo y eficiente,
con mayor cantidad de beneficios que de desperfectos.
La pedagogía además produce una serie de
reflexiones y recomendaciones que posteriormente son implementadas dentro de
los márgenes de la praxis, con la intención de saldar toda una serie de
necesidades básicas educativas, tales como la de lograr construir un
aprendizaje significativo en los jóvenes, mejorar las condiciones dentro del
aula para dinamizar la enseñanza, y afinar el proceso didáctico. Estas
reflexiones, no obstante, atraviesan antes un filtro epistemológico con el fin
de ser catalogadas de acuerdo a la naturaleza del conocimiento del que parten y
son emitidas. Tras ser observadas a través de la lupa de la epistemología,
pueden ser clasificadas como reflexiones meramente gnoseológicas, o pueden
entrar directamente al campo cientificista.
Por otra parte, ya que la pedagogía
misma engloba dentro de sí toda una multiplicidad de formación tanto
humanísticas como científicas, se hace sumamente necesaria una disciplina como
la epistemológica para traer orden y ciertos niveles de estratificación frente
a tales ramificaciones. La pedagogía requiere de la catalogación de las
materias que serán impartidas bajo su haber para una mayor efectividad en su
planificación, su ordenamiento lógico, y la selección de los recursos
didácticos más pertinentes y convenientes para cada área.
Además, es gracias a la epistemología
que resulta posible comprender con los fundamentos correspondientes que el
conocimiento representa un entramado sistematizable de datos tanto objetivos
como subjetivos, interconectados e interdependientes, que evocan conceptos,
hechos, teorías y cualquier otra cantidad de fragmentos de información
adquiridos a lo largo del tiempo, a través de la aprehensión sensorial y de la
internalización reflexiva. La pedagogía requiere de estas nociones referentes
al conocimiento, y sin la epistemología le resultaría imposible realizar una
verdadera aprehensión de las mismas.
No obstante, es la relevancia que
adquiere la epistemología dentro del marco de las investigaciones educativas lo
que la hace destacar debido a su tremenda vitalidad frente a las mismas. De más
está mencionar la importancia inigualable que representa la investigación
dentro del ámbito educativo; puede incluso asegurarse que sin una práctica
investigativa, y sin la asunción del rol de investigador por parte del docente,
la pedagogía se vería atascada en un lodazal de obsolescencia, sin manera de
evolucionar como disciplina, sin forma de actualizar sus cánones ni acoplarse
con la realidad de la actualidad. La epistemología no sólo demarca los modelos
y estructuras que cimientan toda investigación sino que también delimita los
objetos de estudio, enrumba los procesos y métodos de investigación, y solidifica
los resultados obtenidos.
Finalmente, tras recalcar una y otra vez
la calidad y cualidad de indispensabilidad encarnada por la epistemología
debido a sus constantes reflexiones concernientes al conocimiento, puede
notarse quizás la más importante función de la misma: la crítica constructiva a
la que es posible someter el campo de la ciencia con motivos preventivos ante
peligros posibles nacidos por la desviación de las intencionalidades humanas hacia
campos destructivos para sí mismas. Después de todo, no basta con el análisis
simple y llano sino que se hace necesario demarcar ciertos límites para evitar
la pérdida de la humanidad frente a la frialdad que es capaz de alcanzar el
conocimiento.
Cuando las ciencias y sus métodos
amenazan con petrificar, con disecar en vida las teorías educativas y el
espíritu de enseñanza pedagógico, la epistemología tiene la capacidad de lanzar
un grito de alerta, y los hombres y mujeres nos vemos con la responsabilidad de
atender a su llamado y evitar la pérdida de los valores humanos frente a la
mecanización del saber.
- Elohim Flores.
05/19
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