Los estudios sobre la
administración y la organización de recursos humanos dentro del ámbito
empresarial se han visto insuflados por una cuantiosa cantidad de expertos y
eruditos de la economía, la sociología, la psicología e inclusive la filosofía.
Estos estudios versan, ante todo, del comportamiento humano y la manera más
eficiente de sacar partido del mismo con el objetivo de la consecución de las
metas empresariales más primordiales: la generación de ganancias monetarias.
Pese a la clara orientación de los
estudios sobre los que se encuentran construidas las principales teorías de la
administración, los conocimientos plasmados en ellas resultan muy fácilmente
extrapolables a otros campos, y el ámbito de la pedagogía en especial tiene la
capacidad de verse sumamente beneficiado con la aplicación de ciertas nociones
desarrolladas por los pensadores ya referidos, pues la ganancia que se apunta a
obtener dentro del ambiente educativo tras un óptimo rendimiento tanto docente
como estudiantil, si bien no monetaria, resulta clara y concisa: la formación
integral, humana e intelectual del alumno.
Entre la plétora de teorías
clásicas de la administración existentes, algunas pueden adaptarse de manera
más sencilla al área pedagógica, y algunas otras ofrecen nociones mucho más
pertinentes a la misma; sin embargo, una de ellas resalta entre sus compañeras
debido a las estrechas relaciones que sus teoremas presentan frente a los
propios de la teoría educativa: la teoría humanista desarrollada por el
sociólogo George Elton Mayo a partir del año 1932.
Efectivamente, el enfoque humanista
de Elton Mayo se ajusta a la perfección dentro de la visión emancipadora en la
que debería verse envuelta (de acuerdo a Paulo Freire) la práctica educativa. Surgida
como contraposición a las teorías que proponían métodos deshumanizadores tales como
el científico, en el cual el factor humano se veía reducido a su mínima
expresión, presa de la racionalización exacerbada para alcanzar la máxima
eficiencia laboral, la teoría de las relaciones humanas hace énfasis en la
relevancia del ser humano como actor social sumido dentro de una realidad
compartida con sus semejantes y no como individuo aislado propenso a la
mecanización conductual. Es precisamente debido a la relevancia que asume el
rol humano interpretado por cada hombre y cada mujer dentro de toda
organización de acuerdo a los lineamientos de la teoría humanista, que existe
la valiosa oportunidad de tomar algunas de sus nociones como préstamo para la
teoría pedagógica, al compartir ésta una visión similar.
Uno de los primeros principios que
defiende esta teoría expone que el hombre no es un animal mecanizado ni una
mera herramienta para alcanzar un fin, sino que es un ser que se desarrolla en
sociedad, y en sociedad con otros avanza en pos a la consecución de una serie
de objetivos que le permitirán mejorar sus condiciones de vida. A lo largo de
este trayecto resulta posible que el hombre alcance a entrar en contacto con
otras metas que coincidirán con las de sus iguales, ya se traten éstos de
familiares, compañeros laborales, o de gerentes (en el caso empresarial) que
requieran de las capacidades de sus empleados para generar ganancias. En el
ámbito educativo, es necesario observar a los jóvenes no como simples
receptáculos, tal y como lo dictan las teorías positivistas, sino como seres
humanos en formación con metas individuales que recorren en conjunto un camino
que los lleva (entre otras sendas de relevancia equivalente) a través de la
escuela, y es en tal segmento del camino que el docente ha de dedicarse a cultivar
su desarrollo, para que este lapso de tiempo resulte del mejor provecho posible
para el futuro del joven estudiante.
Por otra parte, la teoría de las
relaciones humanas indica que la productividad de una persona no se encuentra ligada
únicamente a sus capacidades físicas o mentales, y mucho menos económicas, sino
a su interacción con quienes le rodean y a las normas que le son impuestas.
Para obtener un rendimiento óptimo, se necesita promover un ambiente en el cual
se faciliten las relaciones interpersonales, y además se debe otorgar
suficiente libertad de expresión, pensamiento y acción a cada sujeto.
Las dos características mencionadas
resultan vitales e imprescindibles dentro del aula de clases. Así, una buena comunicación entre estudiantes (y la
fomentación de equipos de trabajo que estrechen los lazos entre todos los
miembros del aula), una serie de normativas conductuales que permitan el mantenimiento
del orden y el respeto sin restringir a los alumnos con rigidez exacerbada, y
un constante incentivo para que se expresen y actúen constantemente sin temores
a reprimendas resultarán esenciales para elevar la eficacia en los niños, niñas
y jóvenes. Sólo entonces logrará obtenerse el resultado óptimo: la materialización
del verdadero proceso de enseñanza y aprendizaje.
En lo concerniente a la temática
del incentivo, la teoría humanista de Mayo también comprueba que la otorgación
de recompensas como motivación para los empleados no sólo mejora el rendimiento
de los beneficiados, sino también de
aquellos trabajadores que no fueron premiados pero que conviven e interactúan
con los más afortunados. Por ende, un buen trato y un constante incentivo por
parte del docente hacia los estudiantes del aula garantiza un mayor rendimiento
incluso en aquellos que no se hayan visto (por motivos fortuitos) cobijados por
tal clase de recompensas. Por otra parte, este sector de la teoría demuestra
que existe un sentimiento de hermandad entre todos y cada uno de los actores
sociales, un sentimiento que los empuja a actuar de manera solidaria; incluso de
ser necesario, los más rápidos pueden adaptarse a los más lentos como señal de
apoyo, y evitar a toda costa caer en un estado de deslealtad si alguna conducta
perjudica a sus iguales. Por lo tanto, el salón de clases, visto como una
estructura organizada, está compuesto por una comunidad de individuos que tiene
la plena capacidad de obrar en consecuencia con las necesidades de cada uno de
sus miembros, y ésta se trata de una característica que debe ser cultivada y
encausada por el docente para un desarrollo positivo y beneficioso.
Finalmente, la teoría humanista
sostiene que la mejora en las condiciones laborales asegura el surgimiento de
líderes naturales que mantendrán a sus compañeros de trabajo motivados alrededor
de ciertos intereses; estos intereses por lo general consisten en el
mantenimiento de los beneficios y recompensas de los que fueron dotados de
antemano. Así, estos líderes toman la tarea de alimentar de manera constante el
ambiente de solidaridad, trabajo, disciplina y eficiencia sin perder por esto
la confianza de los demás empleados, como suele suceder en el caso de los
gerentes, debido a su posición jerárquica superior. Dentro de un aula de clases
en la que las condiciones humanas son óptimas, estos líderes se encuentran
destinados a hacer acto de aparición (en ocasiones bajo la forma de un delegado
o vocero del salón), y logran encausar las fuerzas y energías de sus compañeros
sin verse sumergidos en el distanciamiento que ineludiblemente impregna al docente
en su rol. Es tarea del pedagogo, por lo tanto, propiciar este ambiente
requerido para la formación de tales líderes naturales.
En un contexto social e inclusive
político de escala mundial en el cual se hace más y más imperante la necesidad
de un sistema educativo constructivista y emancipador, la pertinencia de
teorías de la administración como la desarrollada por Elton Mayo, que
manifiestan la relevancia de una organización cuyo núcleo es el ser humano como
ser social y no como individuo aislado, se hace cada día más y más patente. El
aula de clases no debe ser vista como una industria en la cual se manufacturan
chicos en bruto que serán transformados en gemas pulimentadas a través de una
maquinaria trituradora, sino como un jardín en el cual las semillas de cada
niño germinan las unas junto a las otras (pues no puede existir un jardín
compuesto por una única planta), y en donde el docente asume el rol de
jardinero para fertilizar la tierra, la base imprescindible sobre la que se
desarrollarán los jóvenes que por cuenta y voluntad propia, a través de la
persecución de sus intereses y sueños, florecerán y darán frutos para el provecho
propio, y a su vez, para el de la sociedad y sus iguales.
Elohim Flores.
04/19
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