domingo, 19 de febrero de 2017

Deseo, Pt. 2


La moneda de níquel y ensueños fue engullida por las tinieblas tras haber sido arrojada por aquel hombre cabizbajo. La pequeña pieza metálica giró como una hélice en miniatura antes de desaparecer en el abismo.

El deseo que había encontrado salida tras toda una vida ahogada en desilusiones fue tan sencillo como paradójico. Deseó que los deseos pudieran hacerse realidad.

Permaneció al borde del pozo, atento a la reluciente y parpadeante circunferencia que desaparecía. Ni un leve tintineo, ni aún el más mínimo chapoteo atravesó la soledad del vacío que se abría paso hasta la superficie. En su lugar, un minúsculo y ahogado quejido escapó de la garganta de la fuente.

La estupefacción del individuo se tornó pronto en intriga. Hasta donde sabía, los pozos no emitían gemidos al devorar monedas e ilusiones. Se inclinó y asomó su mirada al interior de las fauces de aquella máquina de cumplir sueños. Decidido a saciar su curiosidad, se sujetó a la cuerda que bajaba hasta las entrañas de aquella estructura, y descendió con lentitud, apoyándose entre las pedregosas y estrechas paredes, internándose lentamente en las tinieblas. Ningún otro en su sano juicio se habría aventurado a realizar tan descabellada hazaña, pero el pobre hombre no tenía ya nada que perder; nada más que su último deseo. Y estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para salvaguardarlo.

No demoró demasiado en alcanzar el fondo húmedo del enclaustrado lugar. La boca del pozo se elevaba en las alturas, radiante y minúscula, como una estrella suspendida en un mar de oscuridad. Como apenas alcanzaba a ver sus propias manos, se inclinó y dispúsose a tantear la blanda tierra que alfombraba aquel estrecho sitio, en busca de su moneda; en busca de su deseo. 

Recorrió de una orilla a la otra el grumoso fondo de la fuente con las yemas de sus dedos. Nada encontró. 

“¿Cómo pueden cumplirse los deseos, si las monedas jamás alcanzan su destino?” caviló para sus adentros con total perplejidad. El momento de reflexión se vio interrumpido repentinamente por un ligero golpecito sobre su cabeza. La súbita impresión lo empujó a exhalar un exiguo alarido de sorpresa que se elevó con presura.

Se trataba, sin duda, de algún pequeño escombro desmoronado desde la cima del agujero. ¿Era acaso ésta la señal de que el viejo túnel vertical comenzaría a derrumbarse sobre sus sienes? El sujeto se apresuró a asir la cuerda que lo había transportado al fondo de aquella fosa con la intención de escapar del lugar, pero sus acciones se vieron interrumpidas por el desconcierto una vez más. En las alturas, una silueta había eclipsado la poca luz solar que lograba filtrarse a través de la distante entrada.

          El hombre del exterior buscaba su moneda. Permaneció al borde del pozo, atento a la reluciente y parpadeante circunferencia que había desaparecido. Ni un leve tintineo, ni aún el más mínimo chapoteo atravesó la soledad del vacío que se abría paso hasta la superficie. En su lugar, un minúsculo y ahogado quejido había escapado de la garganta de la fuente.

La estupefacción de aquel individuo se tornó pronto en intriga. Hasta donde sabía, los pozos no emitían gemidos al devorar monedas e ilusiones. Decidido a saciar su curiosidad, se sujetó a la cuerda que bajaba hasta las entrañas de aquella estructura, y descendió con lentitud, apoyándose entre las pedregosas y estrechas paredes, internándose lentamente en las tinieblas. Ningún otro en su sano juicio se habría aventurado a realizar tan descabellada hazaña, pero el pobre hombre no tenía ya nada que perder; nada más que su último deseo. 

Y estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para salvaguardarlo.

- Elohim Flores.

2 comentarios:

  1. Primera parte del relato:

    https://lluvia-de-peces.blogspot.com/2017/02/deseo.html

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  2. Jajajajaja! Montón de sensaciones encontradas, y desconcertantes a la vez.Wao, ¡simplemente alucinante!
    (Es la segunda vez que me sumerjo en las profundidades de un pozo)

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