jueves, 19 de mayo de 2016

Humo y Vino- Su Silueta


—Dime, ¿por qué ha de ser tan ardua y compleja esta vida?

Te equivocas... la vida no es compleja; eres tú quien la complica.

—Explícame entonces, ¿por qué estoy maldito a complicarlo todo?

... El silencio reinó. Él, cabizbajo, se resignó a emitir un suspiro de aflicción tras modular estas palabras, y ella, resuelta, besó la respuesta directamente en sus labios.

------------------------------------------------------------------

         Vuelvo en mí, aturdido de pensamientos; harto de recuerdos. Un lagarto gigante me observa, adherido a uno de los muros colosales de mi habitación, ocupándolo casi en su totalidad con su frígido y escamoso cuerpo, formando con su abdomen una amplia curva y enroscando su grisácea cola sobre sí misma mientras deja caer el ápice de ésta sobre el empañado piso de la monocroma recámara.

Hay cientos, miles de cosas que deseo preguntarle. Tantos sueños sin realizar. Tantos días sin llegar. Me observa, y sus pesados párpados de basilisco petrifican mis arterias y me transmiten la carga del pasado y la desolación que abunda en mi alma.

Necesito apartarlo de mi vista. Necesito que su rumbo y el mío diverjan. Quiero que despeje el espacio que ocupa dentro del vacío de mi estancia. Quizás, en otro tiempo y en otro lugar, quizás… pero no, el tiempo se extingue en sus propias cenizas y las horas exigen ser consumidas de un modo distinto al cruel método del pensamiento. El reptil me observa, y sus pupilas parecen perforar sin piedad un agujero en mi pecho. Yo le devuelvo la mirada sin poder desviarla, incapaz de escapar de los lazos de alquitrán y concreto con los que me envuelve.

Poder haber. Vaya combinación de palabras más intrigante… más dolorosa.

No lo deseo en mi hogar, no. El lagarto saborea el aire con su pálida lengua bifurcada, y yo deseo que se marche. Su presencia ominosa me sofoca. El siseo de su saña me conduce al borde de la insanidad. Los silbidos con los que asedia mis tímpanos amenazan con fracturar mi psique. Y lo logran. 

Rompo en lágrimas de desconcierto.

Río con estridencia y corro vertiginosamente, consiguiendo huir; mas regreso, y duermo, y respiro, inhalando y exhalando con entrega, como queriendo purgar las manchas dentro de mí. No lo quiero aquí; ni a él, ni a las cadenas que alimenta con sus resoplidos.

Es la hora de partir.

Tomo mi pluma, y redacto para él una estrofa.

            ------------------------------------------------------------------

—¿Recuerdas los versos de Colerigde?

            —No del todo… Recítalos para mí. Quiero escucharlos.

            —Muy bien...

¿Y si durmieras?
¿Y si en tu sueño, soñaras? 
¿Y si al soñar fueras al cielo y allí recogieras una extraña y hermosa flor?
¿Y si cuando despertaras tuvieras la flor en tu mano?

—¿Por qué callas de la nada?

—Porque no puedes callar del todo…

—Sabes a qué me refiero.

—Sucede que… podría añadir unos cuantos versos más. Pero el resultado… no será el mismo. Será uno mucho más… aciago.

—¿Hablas en serio? Entonces recítalos para mí. Quiero escucharlos.

            —Muy bien...

¿Y si la flor estuviese repleta de espinas
Y te espina la mano?
¿La sostendrías hasta desangrarte
Ante la sola promesa de paladear un poco su aroma?
Y por sólo un poco más...
¿Soportarías el cobre de la sangre inundar el aire,
y el teñir del rojo coaguloso sobre sus vanidosos pétalos nocturnos
Hasta morir, seco el corazón, seco de vida?

—Lo has hecho de nuevo. Has caído en el silencio. Has callado de la nada. Dime, ¿cuál es la respuesta?

            ------------------------------------------------------------------

              El lagarto observa; me contempla. Pesado su cuerpo, resecas las escamas, filosas las garras y negra su mirada, comienza a moverse lentamente, arrastrando el vientre sobre uno de los muros colosales de mi habitación. Sale a través del marco desvencijado de la puerta, y yo olvido su silueta. Duermo.

            ------------------------------------------------------------------

        —¿Quieres saber por qué hablo de estos versos como un resultado mucho más aciago del original?... Porque la respuesta que tanto ansías es
no.

- Elohim Flores.
Entre junio y agosto de 2015
[Fragmento de "Humo Y Vino"]

2 comentarios: